sábado, 8 de enero de 2011

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Una lágrima más que recorre mis mejillas, una sonrisa más que esbozo. Un momento más a su lado, el tiempo se pierde en mi reloj. Un beso más que se funde en este frío de invierno, un calor agradable y único. Las farolas iluminan nuestros pasos, la nieve cubre nuestras miradas. Se hielan entonces, da paso a un te quiero que las deshace:
-Te quiero.- Dice él con un tono convencido, mirando los copos de nieve caer; después, fija su mirada en mis ojos.
-Yo no.- Casi se me atragantan las palabras, sabiendo que es mentira.
-¿Cómo que no?- Contesta extrañado, con una mirada de tristeza reflejada perfectamente en sus ojos.
-Esas dos palabras se me quedan cortas para describirlo.- Firmemente digo, y lo beso.
-A mí todas las palabras se me quedan cortas cuando se tratan de ti o para ti. Todo lo que te doy se me queda corto para agradecerte lo demasiado bien que me tratas. Te regalaría el mundo, pero entonces no tendría lugar al que llevarte. Te daría el tiempo, pero entonces no tendría tiempo que pasar contigo...- Entonces, alucinada, le interrumpo.
-No hace falta que me des nada. Tú, con una sonrisa me lo das todo; estando aquí ahora y conmigo me demuestras mucho.